domingo, febrero 19, 2006

Eternamente

mi borrachera y yo

nos vamos a dormir.

despertarnos

cuándo algo cambie.



mientras tanto,

nos follaremos en un

sueño reparador.


tan devastadora como maravillosa;

tan dulce como agria;

tan vomitiva como sensual;

ella.



sé que follaremos eternamente

porqué nada cambiará.

domingo, febrero 05, 2006

Don Juan Tenorio

Antes de regresar hacía mi apartamento, me dejé caer por el bar caribeño que hay en mi calle. Siempre es un sitio agradable un sábado por la noche.

Me paré al lado derecho de la puerta del garito, apoyé mi pie contra la pared y empecé a fumar lo que me quedaba de porro.

Salió un canoso con un pitillo pegado a los labios. Vestía unos tejanos, igual que la chaqueta adornada con unos botones metálicos tristemente horteros. Dentro de la chaqueta luchaba por salir el cuello de una camisa trágicamente floreada en tonos morados y grises. Reía alegre.

“Joo-der como se mueven estas negras. Un día de estos las quiero yo verse mover en la cama. Que me voy a volver ninfómano a mi edad.” Y triunfalmente prendió el cigarro.

Los dos chavales de la puerta ni se inmutaron. Sólo estaban pensando en volver al coche para sentir el roce del polvo blanco recorrer otra vez sus narices.

Yo me reí. El lo presintió y se acercó hasta mi agarrándose los huevos y la polla. “Eso es un porro colega… ¿qué no?” Se lo pasé. “Allí dentro se están metiendo coca a punta pala colega. Yooo es que hace ya mucho tiempo que no me meto, lo pasé muy mal, muy chungo…” “Me gusta más cuando te follas a negras” Le interrumpí.

Volvió a tocarse los huevos y la sonrisa verde volvió a su barba. “Colegaaa es que no veas como bailan y tienen unos culazos y unos morros” Acabó de hablar y me acercó el porro con su mano. “Fuma, fuma”. “Gracias colega, vamos para dentro”

Entramos al local y realizó la presentación oficial: “EEHHH COLEGAASH ESTE ES COLEGA MÍO” Noté la alcohólica mirada de todos los contertulianos no pude hacer otra cosa que levantar la mano y sonreír mientras Mi Colega me zarandeaba de izquierda a derecha.

Ordenamos unas copas al mismo tiempo que Mi Colega me informaba de cada una de las chicas que allí estaban.

Tenía algo parecido a una escala de valores. Los valores eran: culo, tetas y morros. Y a cada valor le añadía un adjetivo. Un ejemplo: “Mira aquella puta del pantalón blanco, tiene un culo de puta madre, las tetas son de cabra-caídas pero que morros más gordos tiene la cabrona.”

Lo dejé admirando a sus monumentos y me dirigí al baño. Los lavabos esnifaban a ritmo de merengue, una melodía que resultaba extrañamente familiar.

Comencé a mear, cuándo la vejiga parece a punto de estallar siento mayor placer echando orina que esperma.

Desearía poder mearme dentro de un caliente coño y notar como el meado recorre nuestros muslos.

Regresé a mi puesto en la barra.

No se como cojones lo habría conseguido pero Mi Colega estaba hablando con dos tías. Allí sentado en el taburete en medio de las dos, con un vaso largo enganchado a su mano derecha y moviéndose teatralmente. Aprovechando cada oportunidad para tocarles el pelo, el hombro, el culo o una teta.

Me vio entre ellas dos y sonrió entonces su pitillo subió hacía arriba.

Me acerqué y me volvió a presentar. “Señoritas es Colega Mío es una excelente persona.” Mi Colega hablaba de forma romántica, tranquila y parsimoniosa.

Prosiguió con su discurso, les hablaba sobre el amor. Ellas absortas fijaban sus grandes y borrachos ojos en él.

Aquello parecía el acto segundo dónde Don Juan Tenorio prepara las dos conquistas apostadas.

Yo seguía mirando la escena, bebiendo y observando la tétrica a la vez que caribeña decoración del bar.

Las chicas se fueron hasta su mesa.

Mi Colega se giró. “Colegaaa me voy a volver ninfómano. Vente para mi casa que les has hecho gracia. ¡¡Vamos a follárnolas colega!!” Y el cigarro subía y bajaba a ritmo de carcajada.

No eran feas aunque eran mucho mayores que yo; pero tampoco tenía otra que hacer que esperar a la muerte.

Entonces ellas volvieron. Salimos del local cogiditos de los brazos como un grupo de entrañables amigos tocándonos los culos y riendo.

Aterrizamos en su piso. La decoración austera y eminentemente práctica; era muy parecida a su camisa tonos oscuros y morados.

Seguí sus órdenes y serví bebidas a cada uno.

Y allí seguía Don Juan Tenorio hablando y gesticulando hacía el horizonte como si la sala le quedara pequeña y necesitase mucho más espacio del que disponía. Moviéndose de un lado al otro del escenario empuñando un vaso de wisky.

Escupiendo versos en la Hostería de Cristófano Buttarelli; a través de la ventana se veían pasar máscaras, estudiantes y gente del pueblo cantando y bailando.

Todos danzábamos a su voz.

No dejamos de beber cuándo la orgía nos sorprendió.

Besos Manos Dedos Lametones Tetas Pollas Coños Risas Gemidos Cascadas Risas Cigarros Humo.