sábado, mayo 07, 2005

[[ El retrovisor ]]

Acabo de salir de trabajar. Y he llamado a mi novia, hoy esta gilipollas. A mi también me putean en el trabajo y me salen muchas cosas mal. Qué guapa estaba anoche.

Hora punta, así que atasco. Coches, coches y coches alineados siguiendo una línea imaginaria, que cada uno abandonará en el momento justo para separarse de los demás y continuar con su vida.
Aunque creo que cuando estamos dentro de un coche, nos olvidamos del resto del mundo, parece que las ventillas y las lunas nos hagan invisibles para que nadie nos pueda ver y hacemos lo que deseamos aquí dentro.
Y es que el coche es nuestro mundo, nuestro universo. Cantamos, lloramos, discutimos, comemos, bailamos, follamos (incómodos, o no, yo quiero un monovolúmen con asientos abatibles), fumamos, reímos, bebemos, reímos, callamos, ¿no es eso vivir? Parece que vivo más en los coches que fuera de ellos.

Cómo yo esto lo sé, espío a mis vecinos. Me ayudo de los retrovisores. Ahora detrás de mí, mi vecino es un hombre de unos cuarenta años, de una cara fina, o de unas gafas inmensas, no sé... En su boca lleva un cigarro y pocos dientes. Parece ser yesero o pintor, viste con camiseta blanca que le regalaron porqué lleva más de veinte años comprando la misma pintura en el mismo sitio. Vive en una furgoneta blanca, una C-15. Me cae bien.

Me da rabia quedarme parado cuesta arriba, me gusta más cuándo me toca cuesta abajo, parece que todo es menos costoso. Pero estoy cuesta arriba, antes tenía miedo de que el freno del coche fallase, ahora tengo miedo de que mi freno falle, últimamente bebo mucho y demasiado y me atrevo con cosas cada vez más nuevas y más fuertes. Pero cuando estoy así, es como si todo fuera una laaargaaa cuesta abajo, dónde no te preocupas por el freno, porqué no hay final.

Dejo pasar a un coche “tuneado”. Ciertamente no se qué decir sobre los coches “tuneados”, creo que adaptan su coche, su vida, a su estilo o personalidad. Y siempre ha existido y existirá gente con poco estilo y con menos personalidad todavía.
Son dos habitantes, un chico, con gomina en el pelo y parece que también en la cara, vestido de negro y con más anillos que dedos. Su compañera de piso, es una chica rubia, parece bajita, porqué sólo puedo decir que tiene el pelo rubio, rizado y que debería pasar por el tinte una vez más.
Creo que son una pareja, porqué no hablan.

Soy un quejica. Para ella es su primer trabajo, esta muy nerviosa y le cuesta desconectar del curro. Giraré a la derecha, abandonaré a mis centenares de vecinos, iré a buscarla y sin que nos digamos nada, la besaré y no nos importará que mi coche no sea un monovolúmen.