jueves, noviembre 17, 2005

Un plan

Regresaba a casa.Decidí montar en autobús. Volvería por el coche otra semana.

Acababa mi cigarro junto a un falo metálico que utilizan los conductores como punto de referencia para saber allá dónde se deben parar.
Pensé en meterme ese palo por algún sitio.
Pensé en utilizar el mismo método para señalizar y localizar a las putas. Sólo bastaría una bombillita roja colgando en lo más alto. Y desde la montañas que rodean Ciudad_Trapo podríamos leer en unas inmensas letras rojas: P U T A Formada por cada una de las bombillitas a lo largo de la ciudad.

El cigarro empezó a quemarme la yema del dedo. Aguanté el dolor. Sigo pensando que tenemos que joder a nuestro cuerpo, no quiero que Él me haga sufrir a mi, ¡¡ACABARÉ CONTIGO HIJO DE PUTA!! El cigarro seguía asesinando a la yema lentamente; cuándo el autobús se precipitó delante de la polla metálica. Volvió a ganar la yema, la vida.

Subí.
¡Cojones! Aquello parecía un magnífico plan del Gobierno.

Estaba lleno de gente fea, aquellas personas a las que nadie espera a la salida del trabajo; las mismas a las que nadie aguarda en los aeropuertos o en la estación del tren. Somos los que regresamos solos.

Allí estábamos los deformes, los enfermos, los tullidos, los subnormales, los barbudos, las barbudas, moros, negros, chinos, sudamericanos, malas madres, hijos de puta, asesinos, carteros, putas y politoxicómanos de droga y amor.
Brindaré por nuestras vidas y me pajearé pensando en vosotras: feas, gordas, barbudas, despeinadas, puta yonki, negra de grandes labios.

Nos sentamos solos porqué no necesitamos compañía. Miramos lejos, ¡más lejos!
Pensando en lo perra que es la vida. Reflexionando, fantaseando, follándonos a los deseos y a las esperanzas en aquellos duros asientos de plástico.
Esperando que algo nos devuelva de la sin razón. Vestidos con nuestras chaquetas rotas, nuestros zapatos agujereados, los pantalones rotos, bufandas cansadas y gorras y gorros que nos tapan del RESTO.

Saqué la cerveza del bolsillo. Estaba caliente, creo que la lata llevaba allí desde esta mañana. Quise vomitar. Es algo que realmente me gusta. Después del torrente de desperdicios y mierda llega una calma... el asqueroso aliento se desliza entre tus labios... un cansancio post-lucha, es algo que me resulta encantador.
Y es que, al cabo del día guardo más cosas en los bolsillos que en el corazón, tengo pocos sentimientos.

Miré hacía el fondo del autobús. Estaban cansados, no sólo del día, estábamos cansados de la vida. Vivir cansa mucho cuándo todas las mantas no te dan calor, cuándo vives para drogarte, cuándo vives por vivir y cuándo vives sin vivir.

El autobús paró de golpe. El conductor salió de su habitáculo y chilló:
- ¡¡VAIS A MORIR TODOS DESGRACIADOS!!
A continuación, bajó las escalerillas y cerró la puerta.

¿¡Qué coño estaba pasando?!

Miré a través del cristal y vi muchos más autobuses, tal vez cientos, en los que la gente golpeaba los cristales, chillaba, se peleaba entre ellos e intentaban escapar. Estábamos a las afueras de la ciudad.

En el mío pasó exactamente lo mismo; pero ahora podía escuchar los gritos de angustia, los llantos y los nombres de sus seres queridos.
Unos empezaron a rezar y otros sacaron sus drogas, es lo mismo.

El negro cielo emitía fogonazos y es que a lo lejos algunos coches de línea empezaron a explosionar y a volar entre llamas por los aires.

No me lo podía creer, realmente aquello era un plan para acabar con nosotros, espero no volver nunca a tener razón.
De hecho, no habrá otra oportunidad porqué me matarán, moriré con los míos.

Vi reflejada la flaca cara de la puta yonki en el cristal. Ya tenía la goma comprimiéndole el brazo y la dosis preparada.
- Oye tío. ¿Nos la metemos y después lo hacemos? Quiero morir así... – Sonrió y pude ver algún diente negro en su boca mientras lágrimas recorrían su triste cara.-
- Vale - Mientras me levantaba la manga.-

Los bombazos resonaban entre mis orejas cada vez más fuertes. La aguja se clavó con un pulso inimaginablemente firme en mi vena. Cerré los ojos mientras notaba el desbordamiento en mis venas. Las explosiones seguían y la noche desapareció para teñirse de blanco. Abrí los ojos y mi Hada me bajó los pantalones, aquella noche estaba guapísima. Agarró mi varita mágica y se la hundió en su gran coño plateado. Comenzamos a elevarnos lentamente al ritmo de las explosiones. Nos abrazamos fuertemente y horadamos el duro techo del autobús.
Y en el cielo explotó mi vara y vi como explotaba nuestro autobús.
Yo ya estaba muerto antes, todos estábamos muertos antes.

1 Comments:

Blogger Sergio Lesmes said...

Este plan k es...la tercera parte d Speed?¿ no kojo un bus en mi vida!!!

rezar = sakar su drogas------> mu weno, kada uno lo k le pide el cuerpo!!

a chutes con la vida tio!!!

1:42 p. m.  

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