miércoles, noviembre 03, 2004

Fuera, fuera! k me kiero ahogar

La veo pasar, sabe que estoy aquí, no mira.
Yo si que la miro, sigo su movimiento y contemplo como se aleja. Es duro, lo noto como una punzada de dolor por dentro; de dolor, no diremos físico, sino más bien como de ansia, como de sentirse reprimido. Aguanto con él, él es quien me domina, y lo hace de forma, en cierto modo, apetitosa.

La voluntad me nubla el pensamiento, incluso a veces consigue derrumbarme. Para ella es mas importante abandonarme, que dejar que cuatro absurdas ideas, que pudieran salir de mi, coquetearan con ella dentro de mi mente, y que estas ‘malnacidas’ acabaran por aferrarla a mi y hacerla morir conmigo.
Ay voluntad!, me traes muerte, pero no te dejo abrir boca. Aún.

Pasando el rato, todo son ganas de volar, de olvidarme de todo, de dejar el oxígeno en el agua y emprender camino directo hacia el desierto, directo al suelo, a la utopía.

Realmente mi vida no merece seguir solo por sentirme ignorado al paso de su mirada?, o es que ella tiene lo que necesito?
Es eso, sé que soy eso, soy suyo.

No puedo soportar seguir así, me siento falto, y el agujero no cierra. Hora tras hora la sigo viendo, y no cierra.

De un salto, la voluntad dejó en su olvido al sentido, y al volar descargó húmedo, y todavía coleante al pez que siempre tubo con ella; aquel pez, que bajo la mirada perpleja de su dueña, moría ahogado. Yo.

Ahora si me miraba, me miraba muerto.
Una única lágrima rodó por su mejilla hasta caer a mi, no fue suficiente.
Yo solo quería comida.