domingo, junio 04, 2006

Odio, Dios, Soledad

Estoy tan solo como mi vida. Vivo el momento como si único fuere. Soy lo que describe mi alma encinta, preñada de una tristeza tan grande como luminoso despierta el día. Ahora me vuelve a dar por ahogarme. De las cuatro gotas cortantes que resquicien mi ser por pura podredumbre, yo seré testigo. Testigo de mis días y mis contradicciones, de mis voluntades erradas, de mis hojas en blanco sin fuego perpetuo…de mis SOLEDADES. De no saberte cerca, de enmarcar la luz en el reflejo de una efímera ceniza.

Ahora que despierto seco sin la humedad de tu sonrisa fresca, ahora que ralentizo mis cualidades sólo por no querer derivar en locura, ahora, que bajo tu nombre guardo mis desdichas. Por siempre desenvuelto en los dolores que, por placer, ofrece la vida.

Atormento de forma escrita mi mente que ya no me quiere, la que me manda al mismísimo infierno y me lo vende como eternidad, a la misma mirada que sin vérmela la siento como aquélla que tras mis ojos aún te miran. Me mimas. Lágrimas en un pétalo de mi flor en sequía.

Me parece que creo en Dios. Pero dios es SUAVE. Creo apreciar un simbolismo en una figura humana; lejos de tener fe, tengo Dios, y Dios es tan desgraciado como tu peor pesadilla. Es él.

YOSI ES DIOS.

Con la suavidad eterna que ofrece una vida dura, bajo sus efectos bohemios, quedo prendido en el hielo que derrite mi resquemor, en la sinceridad perdida de una mente enferma, en las verdades espontáneas que oprimen a un corazón que aprendió a hablar.

Contigo y con nada, con tu voz cansada, con sólo saber que soy el revés de lo que debo ser, aún sabiendo ser como yo sólo soy. (SOLO soy).

Aparezco de noche y no me quiero ver ni yo. La mayoría de gente me ignora, otros se sinceran y les repugno, y por eso, sigo solitario a la sombra de la gran puta vida, que ha sido torcida por la deslealtad del ficticio amor. De enorme corazón y con ganas de morir desgraciado, no quiero ser feliz. Quien es feliz se miente a si mismo, yo nunca me lo haría. Nunca guardaría mis malestares en el cajón perdido de mi mente, sabiendo que lo abro en soledad y bajo la compañía lo guardo bajo llave. Soy un puto cerdo por instinto y me siento bien, no quiero aparentar ni gustar, prefiero conocerme y aceptarme.

Así que diluviando verdades a chorros, y sin cesar en mi intento de mojar lo existente, realizo, harto de encanto, la soberbia que doy a conocer; aquélla que me prefiere inferior, la arrogancia que me mantiene por debajo, SEGURO de lo que soy, siendo odiado por mi existencia. Me odio y me quiero a la vez. Casi todos os creéis demasiado perfectos para odiaros. YO SOY TAN PERFECTO QUE ME ODIO.

El odio sólo es un amor llevado al extremo, en cambio la perfección es pura ironía.

Irónicamente, me quiero.