lunes, marzo 13, 2006

Una tarde más

Me resultó difícil reconocerlo aunque llegaba tarde como siempre.

Vestido con un traje gris, una camisa azul y una corbata roja no parecía el mismo Hombre_Ratón que yo conocía. Aunque me resultó más atractivo.

Al acercarse a la mesa, dejó el maletín en suelo y me dio dos besos, fue entonces cuando volví a reencontrarme con él gracias a su colonia.

Se disculpó por llegar tarde y por acudir vestido de esa manera.

Resultó que acababa de salir del trabajo; jamás me imaginé que se dedicase a eso.

Soltó alguna broma sobre su trabajo y su traje. Reí, de nuevo me reencontré en aquellas mesas de otros bares pintadas de vasos vacíos, el cenicero rebosante de colillas y conversaciones golpeando sobre la mesa.

Siempre acaba siendo así; nos encontramos a la tarde y nos desenganchamos en la madrugada con el Sol rebotando en cualquier pared contento por volver a ser el protagonista de un nuevo amanecer.

Se deshizo de la roja corbata, se desabrochó el botón que casi le ahorcaba y pidió bourbon. Mientras tanto, se interesó por mí. Tiene el detalle de acordarse de aquello sobre lo que hablamos y me preocupaba la última vez que nos vimos.

Y yo me sentía estúpida explicándole todas aquellas cuestiones pringadas de memez; aunque con él es fácil. Fue entonces cuando caí en la cuenta que yo no sabía nada sobre él, pero tampoco lo necesitaba. Estaba a gusto con él y parecía que ninguno de los dos esperábamos nada más de aquellos encuentros.

Le conté que mi ex-novio seguía acosándome y encontró un plan: “Mira, tú lo llamas un día y le propones que vaya hasta tu casa; peeero yo estaré allí contigo. Abres la puerta, lo acompañas al comedor y encima de la mesa estaré desnudo golpeando un tambor con mi polla.” Se disparó de la silla y empezó a mover las caderas mientras gritaba: “TAANN TAAAANNN TAAANNNN”

Discutimos un buen rato sobre la efectividad de aquel maravilloso plan. Sería mejor encontrar otra solución.

Dejamos seco al camarero y llegamos a un nuevo bar en el que subiendo las escaleras se accede a una sala desaliñada, obscura, con colchones y sillones desparramados sin orden alguno. Lo mejor, allí se podía fumar.

Saqué un cigarro y mientras buscaba mi piedra por el bolso encontré el cuaderno. Eran aquellos folios manchados con tinta en forma de letras lo que nos unía. Pero ya casi no me acordaba.

Hombre_Ratón subió con una botella, hielo, las copas y algo para comer. Explicó algo sobre el dueño del garito y unas drogas, yo quemaba el hachís. “¿Sabes? Si hay alguna imagen que recuerdo de ti es ésta. La de la llama del mechero brillando sobre tus ojos. Ésta me la debería apuntar...”

Nunca he sabido cómo tomarme aquellas cosas, creo que para él soy una pizarra en la que apunta aquellas frases que algún día dejará escritas en cualquier sitio. Así que, guardo silencio a la vez que el tierno calor recorre mis mejillas y hace que me sonroje.

La tarde pasaba de forma eterna, es decir, teníamos la sensación que el tiempo no pasaba aunque a la vez sabíamos que las agujas del reloj brincaban borrachas hacía adelante.

Y así, como las agujas nos fuimos a atacar el último bar de la noche.

En esa ocasión elegí yo el lugar. Conocía al dueño del local y eso nos aseguraba la trastienda para nosotros.

Yo me senté en la silla y Hombre_Ratón encima de un barril. “¿alguien de la raza humana podría ser capaz de dilatarse tanto, ya sea analmente o vaginalmente, como para meterse este puto barril por el culo? Si es que sí, avísame rápido porqué estoy empezando a sentir un cosquilleo por el culo. Y no me gustaría ser El Elegido por la raza humana para desempeñar la difícil empresa de meterme esto por el mismismo culo.”

Me reí tanto que la silla se partió. Al mismo tiempo que intentaba volver a respirar con normalidad y trataba de secarme las lágrimas; el ataque de risa se apoderó de mí de nuevo. Ahora él estaba con una pata de la silla metida entre las piernas, llorando por qué; “una silla muy extraña se me está metiendo por el culo poco a poco y ya sólo queda esta pata!!”

Conque le ayudé a sacarse el trozo de madera sin poder dejar de reír. “Al final, voy a ser El Elegido…” Acabamos en el suelo, cerca de una estantería llena de latas.

No lo soporté más clavé mi mirada en sus borrachos ojos. Su torso se infló de aire y soltó una bocanada de aire. Sonreí y nos besamos. Un tierno y carnoso besito. Su lengua se introdujo en mi húmeda boca y recorrió cada punto de la mía, la sacó de mi boca y comenzó a besarme y a mordisquearme el labio inferior primero, luego el superior. Su baboso músculo dibujó un camino hacía mi cuello dónde se recreó.

Entonces paró, se separó de mí: “no se que he hecho, discúlpame. No debería haberlo hecho.”

Fui incapaz de decirle que me moriría si me volviese a besar de aquella manera y que me gustaría morirme allí mismo, con sus besos.

Él recordó lo que nos unía, mi libro, aunque a mi me importaba una mierda. Era sólo mi excusa para volver a pasar tiempo junto a él.

Rescaté el cuaderno de mi bolso, se lo dejé sobre la mesita y comenzó a leer.

Como siempre, un lápiz unía su boca y su mano derecha, el semblante serio y concentrado, los cabellos del flequillo precipitándose casi al suelo y moviendo las cejas en algún momento. Me encanta.

La trastienda estaba silenciosa, el ruido se transformó en hielo chocando contra el vidrio acolchado por algo de wiskie. Yo fumaba mi porro observándolo, estudiándolo.

Acabó de leer y después de repasar las anotaciones que había realizado, me dio su opinión, sus consejos, frases nuevas, más ideas… Yo no dejaba de mirarle sus labios.

No quiero ser su escritora, quiero ser su amante.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hey pícaro!
Lo q mas me ha gustado de este relato es q la protagonista es mujer. Veo q empiezas a entender como funciona nuestra mente, nuestras acciones,...eso está bien!
Creo q ver la pelicula esa tarde te inspiró i te sacó al buk q llevas dentro (podría ser perfectamente un relato de sus libros).
De dónde sacas esas situaciones?!?!

Un besazo.

2:08 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy interesante el blog

4:05 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Núria;

Gracias por poner al gran y viejo eterno Buk y a mí en la misma frase, aunque creo que no es para tanto.
Las mujeres sois las protagonistas del mundo, alguna vez tendrían que hablar; pero para nada empiezo a entender como pensaís, no logró ni haceros correros con mis encarcarados dedos y mi seca lengua.
Besos!

Pavön;
Gracias por tu comentario y seguiré nueva vida en Sabadell, espero que algún día cuentes como te fue por Vallekas con más detalle. Me gustaría comprarte algún jabalí para que las muñecas de Famosa pasasen también por mi portal y me sacarán mi dulce y pringosa leche.
Saludos

11:21 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gran relato... pero realmente quién es el elegido? Por que golpear el tambor, pudiendo tocar el xilófono con la misma eficacia? son preguntas que se me ocurren al leerlo y, aunque carentes de sentido, al igual que aquél baboso músculo, merecen ser arrastradas por este pequeño espacio...

12:11 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias y saludos de nuevo, Il Cavaglieri;

Lo del tambor fue una elección puramente bélica; ya que es más acojonante ver a un tío aporreando un tambor con un importante trozo de venosa carne. Que un tío golpeando con precisión y más perícia todavía las frías láminas del xilófono.
Y El Elegido puede llegar a ser cualquiera en cualquier momento. Es la grandeza de ser por unos momentos, una divinidad.

Y creo que cualquier cosa puede tener sentido, ya sea racional o imaginativo, por lo que sus preguntas no están carentes.

Espero que sus letras sigan arrastrándose más tiempo por este espacio.

12:50 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jej mejor los comentarios!
Me ha gustado mucho, sobretodo el enfoque del punto de vista que le has dado todo el tiempo. Interesante. Te costó escribirlo más así?
Lo del tambor muy bueno y acertado. Me he reido mucho.
PD: He oído Vallekas?

10:36 p. m.  

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